¿QUIÉN SE ACUERDA AHORA DE KULECHOV?

Se trataba de un recorte de prensa. Lo habías guardado el día de tu cumpleaños en 1970 y ahora, 49 años después, te aparece al revisar unos viejos cuadernos que dormían plácidamente en un estante olvidado. Para que luego te digan que lo tires todo, que si un papel no lo has necesitado en el plazo de dos años, es que no te va a servir para nada y no lo vas a echar en falta nunca. Pues ese recorte del periódico local de tu ciudad, de junio del año 1970 es una parte (hábilmente rasgada en vertical) de la página de espectáculos, esa que lleva inserta también la cartelera cinematográfica con la programación de los 26 cines (7 de Estreno, 2 de Arte y Ensayo y 17 de Reestreno) que se anunciaban en ese momento en la ciudad. Ya no te acuerdas, pero parece que cortaste el papel, lo doblaste cuidadosamente y tu intención era leerlo lo antes posible (no tiene importancia, pero no está de más recordar que te has entretenido 49 años antes de hacerlo). Tu interés se había despertado por un titular en letras gruesas que rezaba: “La gramática cinematográfica de Kulechov”, para aclarar seguidamente que Lev (o León) Kulechov era un teórico del séptimo arte. El cineasta había fallecido no hacía mucho y el autor del artículo ya avisaba, en los titulares secundarios, que su desaparición “no fue noticia” en ese momento, por haberse tratado de un cineasta no dado al espectáculo mundano. El papel del recorte está amarillento pero perfectamente consistente y legible, para desmentir también a los agoreros que dicen eso de: “todos estos libros en veinte años habrán desaparecido, su papel se habrá desintegrado”. En tres columnas (compartidas con el espacio de la cartelera, como se ha dicho) el autor: Guido Aristarco (teórico, crítico, guionista y fundador y director de la revista “Cinema Nuovo”) da noticia e introduce al lector en el conocimiento de lo que supuso Kulechov no solo para la cinematografía soviética sino en general para la evolución del arte cinematográfico. Piensa Aristarco que el temprano oficio de pintor, que ejerció Kulechov, influiría en su clara percepción de la naturaleza del cine y en la comprensión de lo que el cine tiene de propio y de específico; para él cada arte cuenta con sus propios materiales y su método para combinarlos, “el arte del film, dice, no consiste únicamente en fotografiar a los actores y las escenas: comienza cuando el director impone un orden a los fragmentos fotografiados; unirlos de un modo o de otro lleva a resultados distintos. Lo específico del film es, por ello, el montaje…” Comprendes que en el cine éste es el meollo de la cuestión y descubres que Lev Kulechov no está para nada olvidado, que toda la gente cercana al cine conoce el llamado: “Efecto Kulechov” por el que se demuestra que una misma imagen cambia de significado dependiendo al lado de qué otras imágenes la coloquemos. Y te das cuenta, además, de que crear ese efecto en un film es un ejercicio obligatorio en las escuelas de cine de todo el mundo. Quizá guardes ese recorte de prensa del año 1970 durante una temporada más, aunque ahora inserto entre las páginas de un libro que hable del cine soviético o, mejor todavía, entre las páginas que teorizan sobre el arte del montaje. Kulechov sigue vivo.