LOS ÁRBOLES DE CIUDAD

Desconozco por completo el arte de la poda (que uno no puede saber de todo), pero sospecho que no se trata de cortar ramas sin ton ni son o al buen tuntún: ésta sí, aquella también, aquella otra no…; o en un orden binario ajeno por completo a la vida vegetal: una sí, otra no, una sí, otra no…; ni tampoco (más divertido) practicando el tresbolillo: que ésta haga triángulo con aquellas dos… Y mucho menos se tratará de cortar todas las ramas, para no correr el riesgo de quedarse corto o con el fin de no equivocarse en la elección, pensando que el árbol, tan sabio él, ya sabrá a qué atenerse y por dónde volver a brotar. Supongo que, como en otras lides, cada árbol es un caso particular y se tratará de encauzarlo y ayudarle a vivir lo mejor posible en el entorno en el que lo hemos colocado. Podadores municipales: ¡conteneos!, pensad un poco antes de cortar y no pongáis la habitual excusa: “es que ese árbol estaba enfermo”. Qué pesaríais vosotros si doliéndoos un dedo se os amputara el brazo, en la idea de que el cuerpo humano, tan sabio él, ya sabrá a qué atenerse.