Nací en Sisante (Cuenca), justo donde esa accidentada provincia se transforma en espaciosa llanura. Si sirve de algo, mi signo del zodíaco es cáncer, pues llegué al mundo cuando se iniciaba el verano. Renací seis meses después en Zaragoza, donde tuve tres domicilios. En el segundo de ellos, en el barrio de Torrero cerca de los pinos y el canal, en la calle Venecia, pasé entretenido mi remota pero no olvidada infancia. Después gasté mi juventud en Barcelona; primero como estudiante, aprendiz de artista, en la Facultad de Bellas Artes; después como profesor y artista, repartiendo el tiempo muchas veces en inútiles empresas sin posible recompensa. Allí conocí el amor y fui correspondido. Ahora vivo en Huesca, país no tan remoto ni tan falto de calor como se suele creer. Aquí trato con personas que generosamente se proponen la laboriosa y difícil tarea de intentar ser maestros. En todos estos lugares y en muchos otros como Mollet, Hospitalet, Alsasua, Sardanyola, Sabadell, Tarragona, Lérida, Sant Faust, Estocolmo, Alquézar, Ginebra, Fuendetodos, Rochester, Madrid, Arascués, San Cugat, Austin, Bolea, San Antonio, La Almunia, Monzón, Valencia, Las Casas, Barbastro, Garrapinillos, Pamplona, Fraga, Bilbao, Nueno, Boltaña, Alcañiz, Barbastro, Teruel, Barluenga, Montcada, etc. he dejado gentes que me han enriquecido. Espero que se sigan acordando de mí como yo me acuerdo de ellas.