CALDER

Visitamos el Whitney (Museo de Arte Americano) al final (o al comienzo, según se mire) de la High Line de Nueva York. Esperábamos ver allí (¿dónde si no?) muchas obras de Georgia O’keeffe, de Hopper y de Stuart Davis; pero nuestra esperanza se vio frustrada. En esas fechas no estaban programados, el grueso de sus obras descansaban del estrés de las miradas en recónditos almacenes. Los programadores habían decidido que en ese momento tocaba ver a Calder y que a nosotros nos bastaba, a modo de recuerdo, con un solo cuadro de cada uno de los artistas anhelados. De todas maneras la obra de Calder, alegre, colorista, ingenieril y poética, no tardó en captar nuestra atención y compensarnos del todo.