EL CASO DE LA CARTA ANÓNIMA

Estamos en el bulevar Raspail (París, claro) en el espacioso estudio de Picabia. A Tzara le ha llegado una carta fuertemente ofensiva (quién tuviera esa carta ahora en las manos). El caso es que la carta no está firmada, pero en ella se demuestran datos y conocimientos cercanos al grupo. Tzara acusa de la autoría sucesivamente a Breton, Aragón y Soupault, pero cada uno de ellos (uno detrás de otro) niega la autoría. La culpa recae después sobre el propio Picabia (que tiene gran fama de bromista), pero a su vez niega la autoría. ¿No sería el propio Tzara quien urdiera el incidente auto enviándose la carta? Todos terminan no solo creyéndolo posible sino casi seguro. Dadaísmo puro.