Hasta los críos de mi barrio sabían que concentrando los rayos solares se produce primero calor y después fuego; y lo experimentaban apenas llegaba a sus manos una lupa, por rudimentaria que fuese. En época más temprana se atribuye a Arquímedes el uso de un panel de espejos cóncavos para quemar las naves romanas y de esa forma impedir la invasión de Siracusa, su ciudad. Es el uso del llamado “espejo ustorio” ese espejo cóncavo con el que concentrar los rayos solares, casi siempre con fines bélicos, del que se habla desde la antigüedad. Por eso sorprende que a Rafael Viñoly (arquitecto estrella) le coja de nuevas que esa fachada cóncava y reflectante (de 37 pisos) que ha instalado en el 20 de la Fenchurch Street de Londres concentre los rayos en la acera de enfrente y produzca calor suficiente para freír unos huevos o derretir las partes plásticas de un Jaguar aparcado.