Ahora fabrico montañas. Las montañas se pueden hacer de muchas maneras. Desde luego no voy a descubrir el secreto de cómo se hacen las mías. Sólo diré que mis montañas son bidimensionales, es decir, que se resuelven en un plano. En ese plano intento que por medio de líneas queden más o menos sugeridos algunos de los accidentes morfológicos que se dan en la montaña. A este respecto encuentro, para mi propósito, más interesantes las variantes que se dan en alturas cercanas a los tres mil metros o incluso superiores. Por encima de esa altura la montaña ha perdido la vegetación leñosa y se transforma en una sucesión de bloques pétreos de mayor o menor tamaño, grandes pedreras, cornisas y planos rocosos que culminan en agujas, picos y aristas de gran atractivo tanto deportivo como visual. Mis últimas montañas acaban apareciendo sobre un fondo negro (el soporte) y se configuran con una sucesión de líneas blancas de grosores distintos adquiriendo una apariencia no se sabe si de tosco grabado o de simple dibujo. No diré cuál es el soporte, cómo se trazan las líneas ni con qué materia. Dejemos que los adivinadores adivinen.