Miembro de una tribu enorme y poderosa cuya influencia en los asuntos humanos ha sido siempre generalizada y preponderante. La actividad del estúpido no se limita a ningún campo del pensamiento o actividad en especial sino que «lo controla y regula todo». Siempre tiene la última palabra y sus decisiones son inapelables. Él impone las modas de opinión y gusto, dicta los límites de la expresión oral y circunscribe las conductas poniéndoles una fecha límite.
(Ambrose Bierce, en Diccionario del diablo)