Nuestra misión se basaba en hacer que los demás cumplieran con la suya. A horas concretas debían formarse las patrullas y seguidamente salir a hacer su recorrido. El cabo Cobo, entre una y otra salida, se enfrascaba en su libro y decía: dívka je hezká (la chica es bonita). No le fue fácil encontrar un libro de checo. Era una gramática con un prontuario de frases hechas al final. ¿Hasta qué punto podía una gramática garantizar la adquisición de un idioma tan raro? Decía tener una novia checoslovaca y se preparaba para poder hablar de verdad con ella. Ahora hemos sabido que Checoslovaquia (con ese nombre que nos parecía tan bien ensamblado) estaba formada por dos países distintos. Pudiera ser pues que la novia del cabo Cobo no viviera en los alrededores de Praga sino en los de Bratislava y que lo que estudiaba tan aplicadamente por las noches, entre patrulla y patrulla, no fuera checo sino eslovaco en cuyo caso su frase favorita debía ser: dievča je pekné (la chica es [igualmente] bonita). Espero que él sí estuviera seguro de lo que hacía.