Törless

Lentamente y con cuidado, volvió la cabeza y miró en torno, por ver si en verdad todo había cambiado. Entonces la mirada topó con el muro grisáceo, sin ventanas, que se levantaba por detrás de la cabeza de Törless. El muro parecía haberse inclinado sobre él y mirarlo en silencio. De tiempo en tiempo, desde esa pared, le llegaba un murmullo, señal de la misteriosa vida que anidaba allí.

(Robert Musil en Las tribulaciones del estudiante Törless)