UNA TONTERÍA CON PRETENSIONES

Admiro a la gente que pinta sin pretensiones: les gusta pintar y disfrutan haciéndolo. Otra cosa es pintar tonterías y pretender ser un gran artista. Helena se enfadó (sin decírselo) con la nueva novia de su hermano porque pretendía ser pintora sin ningún esfuerzo: pintaba unas piedras de colores y quería que ella (Helena) le diera su opinión aprobatoria. La chica había descubierto lo fácil que es pintar y ser una artista: te compras unos tubos de pintura y unos pinceles y pintas cualquier cosa: “En todo caso me falla un poco el dibujo, pero como lo mío es directamente abstracto…” Con lo que nos ha costado a algunos llegar a tener una formación suficiente como para saber qué es pintar y cómo hacerlo y sobre todo qué pintar para que tenga algún sentido hacerlo. Resulta graciosa esa ingenuidad, esa frescura, ese desparpajo del principiante desprejuiciado mientras no se torna ridículamente pretencioso, que para pretenciosos (y muchas veces ridículos) ya están los artistas reconocidos y bien pagados, esos que se codean (en el mercado del arte) con las élites adineradas. Nada que decir pues en contra de que la gente pinte: la gente puede pintar todo lo que quiera, que mientras se pinta no se están haciendo males peores. Ahora se ha puesto a pintar Almodovar (el cineasta): le corroía el gusanillo y quizá no tenía bastante con la cámara (tan mecánica ella) para expresar todo lo mucho que lleva dentro. Aunque no queramos, pronto veremos esos cuadros de gran formato que el manchego está pintando. Eso pues: veremos.